jueves, 17 de mayo de 2012

Las guerras relámpago I


Luego vino la cuestión de tiempo  ¿cuándo debía comenzar la huida?  luego la cuestión, aún más delicada, elegir cómplices. Era indudable que si se divulgaba la conspiración no faltaría quien la traicionase al gobierno ruso, y sin embargo en algún momento de los preparativos habría que fiarse de muchos, único medio de que los calmucos proveyeran a sus familias de lo requerido para una migración tan prolongada. Zebek resolvió aplazar este paso decisivo hasta el último momento y, en todo caso, no revelar sus planes a todos mientras no se hubiese fijado definitivamente la fecha de la partida. Entre tanto, se confió sólo a tres personas. Una de ellas, casi por necesidad.





Thomas de Quincey

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